Proponen que el criterio de afluencia prime sobre las características del astado
Montse Serrador
El pasado fin de semana se celebraron en España más de 1.200 festejos taurinos -unos 120 en Castilla y León- con el trágico resultado de cuatro personas muertas, entre ellas el joven José Alberto Peñas que falleció tras ser corneado por un toro en el encierro de Peñafiel (Valladolid).
Sólo en lo que va de año, se han producido diez fallecidos, cifra superior a la registrada el pasado año, un hecho que ha encendido las alarmas sobre unos espectáculos peligrosos por definición y que concitan a miles de personas. Lo cierto es que la forma en la que se deben celebrar los encierros, capeas o concurso de cortes está perfectamente definida por la legislación de las diferentes comunidades y, en el caso de Castilla y León, por el Decreto 14/1999. Sin embargo, dicha normativa es cuestionada por los cirujanos taurinos, quienes consideran que el Reglamento castellano y leonés, como la mayoría de los 17 existentes en España, debería ser modificado para incrementar los recursos sanitarios mínimos que se exigen para la celebración de los espectáculos populares.
Así lo consideran Patricia Legido y Luis María Merino, médicos cirujanos del Hospital Clínico de Valladolid y miembros de la Sociedad Española de Cirugía Taurina. Legido cuenta con 17 años de experiencia y más de 800 festejos taurinos a sus espaldas sin que, afortunadamente, haya tenido que presenciar ningún fallecimiento. Llegó al mundo de los toros casi por casualidad, buscando completar su actividad profesional. Merino sí se reconoce aficionado a los toros, pero también un entusiasmado de esta especialidad y fue premiado durante el último Congreso de la citada Sociedad en el apartado de Mejor Comunicación Tipo Póster.
Normativa de mínimos
Ambos insisten en que el reglamento de Castilla y León se queda muy escaso al regular las condiciones médico-sanitarias mínimas exigibles para la celebración de de este tipo de celebraciones. Más concretamente, exigen que se considere siempre obligatoria la presencia de un cirujano, cosa que no sucede ahora, ya que el reglamento recoge distintas exigencias dependiendo de que los toros estén despuntados o no, o tengan más o menos de cuatro años.
De esta forma, si se trata de machos despuntados que no hayan cumplido cuatro años, machos sin despuntar de menos de tres o hembras despuntadas o no sin límite de edad, deberá haber un equipo sanitario formado por un médico (que será el jefe del equipo), un médico ayudante y un ATS o diplomado en enfermería (DUE). Además, se deberá disponer de dos ambulancias no asistenciales y una enfermería convenientemente equipada y con una mesa de reconocimiento.
Los recursos se amplían si se utilizan machos despuntados con cuatro años o más y machos sin despuntar a partir de tres. En este caso el equipo estará formado por un médico con especialidad en cirugía general o traumatológica, un anesteosiólogo reanimador, un médico ayudante y un ATS-DUE. La enfermería deberá tener, además, una mesa quirúrgica con aparato de anestesia y una de las ambulancias deberá ser asistencial.
Sin embargo, para Patricia Legido y Luis María Merino no es suficiente y no debería existir esa diferenciación dependiendo del animal, de forma que en todos los casos las exigencias tendrían que ser máximas e incluir siempre un cirujano y un anestesista con los correspondientes medios técnicos. A su juicio, un modelo a seguir sería el reglamento de la Comunidad de Madrid, aunque con la incorporación de un anestesista, recurso que no incluye la norma madrileña. No obstante, esta exigencia parte de un inconveniente como es que dado el elevado número de festejos taurinos populares que se celebra cada año (el año pasado fueron en la Comunidad 1.858, un tres por ciento más que en 2013), no habría cirujanos suficientes. La solución pasaría por reducir el número, sobre la máxima de que los que se celebren lo hagan cumpliendo todas las condiciones de seguridad.
Los dos sanitarios insisten en que no se debe hacer distinción en cuanto al animal a la hora de fijar los requisitos médicos ya que «una vaquilla te puede matar». Es más, los toros del encierro de Peñafiel, recuerdan, son menores de tres años y despuntados, por lo que el reglamento no exige que haya cirujano, como así ocurre. «En un festejo al que asisten miles de personas, como en Peñafiel, Benavente, Tudela de Duero, Fuentesaúco…, las posibilidades de que haya heridos de gravedad se multiplican», afirma Merino. «El asunto no es que un toro de cuatro años provoque más lesiones que uno de tres -insiste-, sino que lo que tenemos que tener en cuenta es la cantidad de participantes».
Ciudad Rodrigo, ejemplar
Así, ambos cirujanos destacan cómo el despliegue en el Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo (Salamanca) «es inmenso, mayor incluso que en San Fermín, es un referente en cuando a la cobertura». El doctor Enrique Crespo (el facultativo que operó a Fran Rivera) es el responsable médico de cubrir el espectáculo en este municipio salmantino para el que, según el reglamento, sólo serían necesarios dos médicos y una enfermera. Sin embargo, el equipo de Crespo está integrado por tres anestesistas, cuatro o cinco cirujanos, enfermeros…hasta unos 14 profesionales «porque al Ayuntamiento no le importa pagar ese dinero y garantizar la seguridad», señala Legido. El resultado, aseguran, es que en Ciudad Rodrigo se producen todos los años uno o dos heridos muy graves, de lo diez heridos que puede haber por asta de toro, y tiene una mortalidad cero en los últimos 30 años. «Es un ejemplo a seguir», señalan.
Legido y Merino insisten en la necesidad de que exista un reglamento común para las 17 comunidades autónomas que establezca unos mínimos y que aumente los requisitos. «Tiene que haber en todos los festejos un cirujano y un anestesista, porque no evitaremos las cornadas, ni las muertes, aunque es posible que alguna sí y, sobre todo, podremos evitar muchas secuelas», concluyen.
Información extraída de: http://m.abc.es/local-castilla-leon/20150824/abci-medicos-taurinos-reclaman-recursos-201508241157.html