Dr. Enrique Crespo: “En festejos taurinos populares han muerto mozos corneados que pudieron salvarse”
La Junta Directiva de la SECT ha concluido la redacción de una futura reglamentación sanitaria única para los festejos taurinos y de aplicación en todo el territorio nacional. Dicho proyecto será presentado en breve a la correspondiente Dirección General del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte para su análisis y aprobación, si procede” Así rezaba la nota de prensa que se publicó el pasado mes de Enero en todos los diarios nacionales, portales taurinos y prensa especializada. En España se celebran anualmente más de 15.000 espectáculos taurinos entre corridas de toros y rejones, novilladas, becerradas, encierros y festejos populares… y el riesgo está intrínseco en cada uno de ellos. Debido a la importancia que tienen este hecho, Terralia ha querida profundizar más en el comunicado de la SECT (Sociedad Española de Cirugía Taurina) hablando con el prestigioso traumatólogo y cirujano de plazas de toros Dr. Enrique Crespo, que nos ha atendido gustosamente para explicarnos en detalle en que consiste este futuro reglamento que pretenden implementar, y sobre la cirugía taurina en general.
Entrevista completa en el siguiente enlace:
Entrevista Enrique Crespo Rubio. Terralia
¡Dr. Crespo buenos días y gracias por atendernos!
¡Buenos días, encantado!
Dr. ¿Cómo está actualmente la Reglamentación sanitaria para las plazas de toros?
La normativa sanitaria estatal, establecida por el R.D. 1649/1997, detalla diligentemente las condiciones médicas en los festejos taurinos donde participan profesionales de la tauromaquia; sin embargo menciona ligeramente los requisitos médico-quirúrgicos para los festejos taurinos populares. Por otra parte hay que tener en cuenta que desde la aprobación de ese Real Decreto, han pasado 20 años y las condiciones sanitarias y médicas en general han evolucionado mucho y bien. Por tanto creemos que esos requisitos han quedado desfasados y deben ser ajustados a los tiempos y avances presentes.
Pero además con las competencias autonómicas transferidas, se han establecido once normativas para los festejos taurinos populares o tradicionales, con diferencias esenciales entre ellas y que han desembocado en graves carencias en algunas y en desigualdades asistenciales, a la hora de ser aplicadas según la Comunidad Autonómica en la que se desarrolle el festejo taurino. Por todo ello, desde la SECT, pensamos que es trascendental reformar esa normativa del año 1997 y desarrollar una Legislación Sanitaria única –y que ya se ha presentado el Ministerio de Cultura- que acabe con las diferencias en las diversas Reglamentaciones Autonómicas. Hay que actualizar los requerimientos vigentes y aunarlos pues las deficiencias observadas están en discordancia con la demanda asistencial que sobre todo los festejos populares reclaman. No se olvide que la tauromaquia tiene sus raíces en este tipo de festejos. Tenemos la obligación de dar una cobertura sanitaria adecuada.
Dr. Háblenos de la problemática actual de la cirugía taurina.
La Junta Directiva de la SECT ha trabajado con ahínco para precisar los asuntos comprometidos que adolece la atención médico-sanitaria de las plazas. De esta manera se han evidenciado cuatro cuestiones muy delicadas, por la gravedad que suscitan, y que necesitan una revisión para su enmienda. Son estas:
Primero: incumplimiento en muchos festejos taurinos de las condiciones medico-sanitarias de plazas de toros dispuestas en el vigente Reglamento, RD 1649/1997. Falta considerada como muy grave y que afecta tanto a la composición del personal sanitario como a la infraestructura y equipamiento de la enfermería. Segundo: intrusismo creciente en los equipos médicos de plazas de personal no facultado, sin titulación académica ni habilitación profesional y, por tanto, ayuno de compromiso ético; intrusismo propiciado por una cierta indolencia en algunas administraciones públicas encargadas de garantizar el cumplimiento de los requisitos médico-sanitarios, y que en muchas ocasiones cuentan con el consentimiento y tolerancia de empresarios y delegados gubernativos de plazas de toros.
Tercero: carencias muy graves en los requisitos sanitarios de algunos Reglamentos Autonómicos de Festejos Populares. Como ya he dicho, existen muchas y graves deficiencias que en el siglo XXI son inaceptables pues las exigencias sanitarias están muy alejadas de la realidad estadística, en cuanto a frecuencia y gravedad de los heridos que se originan en festejos populares. Pensemos en las tragedias que año tras año se producen en este tipo de festejos taurinos. A mí personalmente me parece amoral que en el siglo XXI, en España, fallezcan heridos por asta de toro que pudieron evitarse, por ejemplo por una cornada con rotura de arteria femoral. Y cuarto: insuficiencia de jóvenes profesionales de las distintas especialidades médicas que se necesitan para asegurar una acertada, y actual, prestación médico-quirúrgica en las enfermerías.
A propósito de esto último, entonces ¿no hay un porvenir optimista para la cirugía taurina?
En la SECT estamos inquietos ante el futuro de la asistencia médica en los espectáculos taurinos y en su formación. Existe una falta de estímulos y un desánimo general para incorporar nuevos profesionales sanitarios en los equipos de las plazas de Toros. Bien es verdad que algunos ya hemos conseguido llevar a médicos y enfermeros jóvenes a nuestros equipos e instruirles de una manera práctica en el manejo de los heridos por asta de toro. En definitiva inculcarles nuestra vocación. Pero, de verdad, cuesta mucho persuadirlos. He aquí uno de los objetivos que nos hemos señalado desde la SECT: acercar a las enfermerías a los jóvenes (cirujanos, anestesistas, intensivistas, DUE´s) para que algún día puedan relevarnos a quienes las ocupamos ahora. Si lo conseguimos estaremos adiestrándoles en el manejo de las heridas por asta de toro de una forma práctica, a pie de obra, en la enfermería que es como se aprenden los conceptos de la cirugía taurina. Pero la formación, y captación, tiene que iniciarse antes. Por eso la responsabilidad es nuestra, saber inculcar a los jóvenes nuestra entrega a la cirugía taurina.
¿Y cómo se forma un médico, un enfermero, en definitiva, un equipo médico de plaza de toros?
Llevamos años implicados en la organización de congresos, cursos, simposios, por España; convocamos premios para trabajos sobre medicina y cirugía taurina o se facilitan becas para la asistencia a nuestros congresos anuales de aquellos jóvenes, estudiantes y residentes, interesados. Quiero decir que se necesita, inicialmente, una formación teórica para entender las características de estas heridas y su tratamiento. Sin embargo la cornada es una herida muy peculiar y una de los rasgos más significativos es que se trata de una herida despistante, posiblemente la herida traumática más despistante que podemos encontrarnos en nuestro entorno. Y la percepción de su idiosincrasia no se aprende en libros o textos clásicos, no se experimenta en la universidad o en los quirófanos hospitalarios, sino dentro de las enfermerías, donde más instructivo resulta el aprendizaje: en la mesa operatoria y con la urgencia apremiando el devenir del herido. Por todo ello procuramos que en nuestros quirófanos de plazas de toros estén jóvenes a quienes intentamos principiar en cirugía taurina de forma práctica; observando y experimentando por primera vez la sistemática empleada. Pero lo más grande de esta enseñanza a pie de obra, es que los novatos van a ejercitarse en “el como” sobrellevar la zozobra, como se llegan a templar, a dominar los nervios, cuando el drama irrumpe en la plaza o en las calles y llega a la enfermería en forma de heridos críticos. Porque eso debe ser el principal objetivo para quienes quieran formar parte de equipos médicos taurinos: sobreponerse a la tensión y trabajar bajo ella, procurando realizar su cometido de una manera eficiente pero además serena.
¿Tan complicada es la cirugía en una plaza de toros? ¿Qué es la Cirugía Taurina?
La cirugía taurina es muy singular y los cirujanos o médicos que la practicamos seguramente también. Básicamente podíamos decir que la cirugía taurina trata de adaptar los principios y métodos de las especialidades médicas en las heridas provocadas por el toro, en el ambiente original donde se producen, las plazas de toros, y donde deben tratarse, en sus enfermerías. Pero la cirugía taurina es más, debe ser más. De hecho hay muchos factores que, relacionados entre sí, van a influir en los conceptos de la cirugía taurina: unos son propios de la fiesta nacional: el toro y los toreros. Y hay otros específicos de la cirugía: las heridas que se producen, el equipo médico que las va a atender y la enfermería donde se van a curar. Así pues, la trascendencia de la cirugía taurina en España no deriva solo de la cornada en sí y de su posterior cura; sobre todo si nos planteamos su problemática y soluciones o su repercusión social, desde el punto de vista de un profesional sanitario taurino.
¿Cómo son los médicos taurinos?
Yo he dicho en multitud de ocasiones que el éxito de la fiesta taurina conlleva muchas vertientes y una de ellas recae directamente sobre el cirujano y el equipo médico. Ellos van a ser cuando durante la algarabía en la plaza se produce el momento trágico de la cogida, cuando el griterío de espanto sacude las talanqueras, quienes van a vivir la tragedia, haciéndole un quite al mozo o al torero. Y en esas circunstancias críticas, cuando dejan sobre “el hule” al herido, la figura humana y profesional del médico va a resultar sustancial pues se va a convertir, sin desearlo, en el epicentro de la fiesta; en tales momentos no solo ten
drá que aplicar con exactitud sus conocimientos, sino que además, habrá de sobreponerse a esa carga que antes en el ruedo y en las calles, recaía sobre otros y que en ese momento es y hacen suya. Y esa carga, su tarea, no es otra que el compromiso de aliviar y de salvar al hombre que ha caído en las astas del toro. Pero como decía antes los médicos taurinos tenemos otras problemáticas que asumir; por eso la curación de una cornada, de un herido, empieza cuando previamente el cirujano ha dispuesto el Servicio Médico en orden y acorde a los modos actuales. Solo después de comprobar nuestra enfermería impecable y rodearnos de un equipo humano de garantías, iremos con la conciencia tranquila a nuestro burladero.
¿Cómo está actualmente la cirugía taurina en general? ¿En las plazas del medio rural hay buenos servicios médicos y enfermerías acondicionadas? Creo que una mayoría de los espectáculos taurinos con profesionales del toreo disponen de buena cobertura sanitaria. De hecho, actualmente, la cirugía taurina en España ha alcanzado unos niveles de excelencia –equipación y dotación material en las enfermerías, conocimiento del tratamiento y recuperación de las heridas, compromiso de los equipos médicos- nunca logrados. También somos conscientes que conseguir, para todos los festejos taurinos de una temporada, una excelencia sanitaria es muy difícil. Pero de la misma forma pensamos que la cobertura sanitaria de las plazas en las zonas rurales puede mejorarse y obtener un servicio médico simplemente digno. La situación médico-sanitaria en general ha logrado muchos avances a raíz de calamidades como fueron la primera y segunda guerras mundiales o la contienda de Vietnam. También ocurrió con la cirugía taurina: la tragedia en Pozoblanco del maestro Paquirri en el año 1.984 provocó una revisión del estado de las enfermerías a nivel nacional y sobre todo en el medio rural; y se lograron importantes mejoras. Por ejemplo, aunque no debiera decirlo yo, en aquella época mi padre, el Dr. Antonio Crespo-Neches, puso en marcha por primera vez los quirófanos móviles para las plazas portátiles de toda España y además se encargó de equipar aquellas enfermerías permanentes que estaban abandonadas; de hecho se le considera el pionero en la mejora de las cirugía taurina en las plazas de los pueblos. Aquello fue un hito que cambió la percepción de las enfermerías modestas. Desgraciadamente aquella inquietud y desvelos – en organismos oficiales, autoridades, médicos- por mejorar la asistencia sanitaria en las plazas pequeñas se fue debilitando y, a principios de este siglo, volvimos a comprobar como la dotación e infraestructura de las enfermerías y los quirófanos móviles volvían a la precariedad. En los últimos años la Junta Directiva de la SECT se ha implicado en cambiar esta situación tan adversa, y no solo en cuanto a la actualización y disposición de enfermerías adecuadas, también estamos luchando para que el personal médico-sanitario sea de garantías y eso conlleva acabar con el intrusismo que ha irrumpido de forma creciente en los equipos médicos. Intrusismo que llega a dejar en mal lugar a los profesionales que se preocupan por disponer buenas enfermerías y por ejercer la cirugía taurina con toda la solvencia que es posible en las plazas pequeñas.
Entiendo que un cirujano taurino no solo es un profesional que está en la plaza para operar cornadas, hay otros detalles de los que debe preocuparse….
Así es. El personal médico (porque no solo estamos cirujanos, también son fundamentales anestesistas, intensivistas, enfermeros) no está pendiente únicamente de los cuidados médico-quirúrgicos de la herida en la plaza de toros. El cirujano, en primer lugar, tiene que garantizar la dotación material y equipamiento e instalaciones de su Enfermería. Los Médicos debemos esmerarnos para que las condiciones de la Enfermería sean impecables, en cuanto a funcionalidad, y, permitan solventar la dura papeleta que supone asistir una herida complicada –a veces con riesgo inmediato de muerte- lejos de un hospital. Los profesionales debemos tener dispuesto nuestro lugar de trabajo en las plazas de toros como en las clínicas y en los hospitales, hasta el punto que, hoy día, salvo excepciones rigurosísimas, las operaciones graves no debían retrasarse tomando como vergonzoso pretexto, las malas condiciones de la enfermería. Y además, el cirujano responsable del servicio médico de cualquier plaza, también debe preocuparse del elenco sanitario que conformará su Equipo Médico, que sea completo, polivalente y eficaz. Capaz de afrontar cualquier percance que pueda presentarse
¿Cómo se podría definir a la cornada? ¿Son tan complicadas como se escucha?
La cornada propiamente dicha consiste en una herida que traspasa las capas superficiales y penetra en el cuerpo, con toda la escala de gravedad posible, desde la contusión y desgarros de músculos, hasta la rotura de vasos, nervios o vísceras. Pero con unas características tan insólitas que resulta inútil tratar de incluirla en las diferentes clasificaciones que existen en los tratados de cirugía. Probablemente el modo más apropiado para referirnos a ellas, sea el de herida por asta de toro, reflejando así sus cualidades. Características que vienen condicionadas por quien las produce, el toro, y por la propia personalidad de la herida resultante. Yo vengo describiendo a la herida por asta de toro con tres rasgos que siempre van a estar presentes, sea cual sea el herido, la cornada y su localización: es una herida embustera, es una herida traicionera –se trata, como ya dije, de una herida despistante – y es una herida sucia, ya que está envenenada por gérmenes nocivos y agravada por la presencia de cuerpos extraños. Y esto último nos obliga a considerar a las cornadas como heridas masivamente contaminadas, si las operamos de inmediato, es decir, en la enfermería; pero se transforman en heridas infectadas cuando llegan sin operar a los hospitales o clínicas, transcurridas más de 4 horas. Por eso cuando enseñamos a los médicos jóvenes los principios del tratamiento de las cornadas les insistimos: operen inmediatamente, nunca se fíen del orificio cutáneo de una cornada, exploren su profundidad, determinen su extensión y límpienla, extirpando todo tejido dudosamente viable; deben lavarla profusamente y colocar los drenajes que precise su extensión. Si no se hace, seguro, aparecerán las complicaciones.
¿Por qué se debe operar enseguida a una cornada?
El equipo médico de la plaza de toros, si hablamos exclusivamente de medicina, tiene dos desafíos, sin duda los incidentes más serios que nos va a exigir la cirugía taurina: uno apremiante, controlar la hemorragia severa, para salvarle la vida, y otro preventivo, evitar la infección; y este es vital pues cualquier retardo en operar las cornadas -que son heridas con importantes destrozos musculares, gravemente
emponzoñadas y con profusos hematomas- es el factor más determinante en el desarrollo de una infección que es la complicación más frecuente en las heridas por cuerno de toro.
Muchas veces nos asombramos al presenciar como un torero herido gravemente reaparece tras una breve convalecencia ¿tanto ha evolucionado la cirugía taurina?
Ya lo he mencionado antes: la cirugía taurina actual en nuestro país está a un nivel óptimo. Por supuesto que nos hemos aprovechado de los avances y de las novedades de la medicina en general, sobre todo en aquello que incumbe a los métodos y aparataje anestésicos. Pero no quiero dejar pasar por alto la incidencia que tiene en las curaciones de sus cornadas la propia personalidad del torero. Este, por lo general, es un hombre dotado de unas capacidades físicas y psíquicas extraordinarias; sobre todo las psíquicas y que son casi exclusivas de los toreros. Y entre estas hay una muy propia del torero: su capacidad para desarrollar una fuerza biológica que permita una conducta audaz en muchos, o todos, los momentos de la lidia; esa capacidad es lo que se conoce como vergüenza torera. Pero también, esa vergüenza torera, tiene otro componente extraordinario: la presencia de ánimo ante el dolor de la herida, del percance, y se manifiesta en dos vertientes: en el umbral del dolor y en su irrenunciable vocación de héroe, y ambas resultan naturales. Umbral del dolor. Veamos: los que dicen que la cornada no duele es que nunca la han recibido. Por supuesto que duele y el cerebro ya se ha dado cuenta de esa sensación pero en la consciencia del torero se enciende “algo” que le insta a seguir de pie aunque le duela la carne desgarrada. El matador, por un reflejo mental, por raza, ejerce un control de dominio sobre el músculo desgarrado y se sobrepone al sufrimiento. Vocación de héroe. Cuando la tragedia surge, cuando la carne se rompe, cuando la sangre escapa a chorros provocando la incertidumbre en la plaza y en el propio herido, se produce una respuesta anímica en la personalidad del torero que lo hace único: una colosal voluntad de recuperación ante la herida. Yo lo he comprobado muchas veces. Desde luego, creo, que esa vergüenza torera influye y explica en gran medida las tempranas recuperaciones de los toreros.
Para finalizar, hablemos de su vocación de cirujano taurino y como se forjó. Se dice muchas veces que para ser médico o enfermero de plazas debes ser un gran aficionado a los toros. Y es verdad en gran medida. Sin embargo yo creo que con eso solo no vale. Yo creo que el motivo fundamental para
dedicarte a la cirugía taurina tiene que ser el afán de curar a quien resulta herido por un toro. Debemos tener claro nuestro destino: tenemos el privilegio de devolver la salud a quienes el toro se la quitó. Así debe entenderse la verdadera vocación de cirujano taurino, y así me la transmitió mi padre. Aunque no resultó fácil… Porque yo me hice cirujano taurino adiestrándome en unos pueblos y en unas plazas donde los sobresaltos no admiten la pusilanimidad, donde los sangrados de las heridas parecen más brutales todavía… Pero también donde más mérito tienen los títulos, los diplomas, que te acreditan para siempre como cirujano taurino. Allí, en aquellos pueblos del valle del terror, aprendí a soportar la tensión en la enfermería cuando el drama del percance provoca momentos de angustiosa incertidumbre. En aquellos quirófanos, arcaicos para lo que hoy disponemos, comprendí que las heridas por asta de toro exigían, sobre todo, serenidad, decisión y audacia en los cirujanos y anestesistas más que medios materiales y aparataje técnico. Entre las paredes de aquellos primeros quirófanos muchos jóvenes médicos y estudiantes perdimos el miedo a la sangre de las cornadas. Así nos hicimos cirujanos taurinos, para ello sacrificamos muchas cosas a lo largo de nuestra vida. Yo no me canso de decir que la cirugía taurina se aprende en los burladeros observando las cogidas, en las enfermerías reconociendo a los pacientes, en el hule operando las cornadas… Y en el callejón compartiendo las angustias con los toreros ó detrás de las talanqueras viendo pasar los miedos a la carrera.